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España se enfrenta a una crisis del agua: La sequía amenaza el suministro de agua del país

una crisis del agua

España se enfrenta a una grave situación de escasez de agua. Tras un prolongado periodo de sequía que ha causado inmensas penurias, el país se enfrenta ahora a una ola de calor inusualmente temprana, que agrava la evaporación de los embalses de agua que le quedan. Mientras los agricultores se preocupan por su propia existencia, los ecologistas instan a España, a menudo conocida como “el jardín trasero de Europa”, a reconsiderar su enfoque del uso y la gestión del agua ante esta creciente escasez.

En España hay un dicho: “En abril, aguas mil”. Sin embargo, este año no ha sido así. Abril resultó ser el mes más seco jamás registrado, acompañado de temperaturas excepcionalmente altas en varias ciudades españolas. Córdoba, por ejemplo, experimentó una temperatura máxima de 38,7°C, mientras que la provincia de Sevilla, en Andalucía, alcanzó los 37,8°C. Esta ola de calor llega tras un prolongado periodo de sequía y un invierno inusualmente cálido y seco, lo que intensifica la preocupación por una posible escasez.

Jorge Olcina, director del laboratorio de climatología de la Universidad de Alicante, expresó su profunda preocupación por el estado crítico de los embalses de agua en Cataluña y Andalucía. Según él, estas regiones funcionan actualmente a menos del 25% de su capacidad total. Para hacer frente a esta alarmante situación, a finales de febrero se aplicaron restricciones de agua en ambas zonas. Estas medidas prohíben a los residentes regar sus jardines o llenar sus piscinas, mientras que se ha instado a los agricultores a reducir sus prácticas de riego.

En el pueblo de Jaén, en Andalucía, miles de vecinos dieron un paso notable al organizar una procesión llamada “El Abuelo” el 1 de mayo. Su intención era pedir fervientemente que lloviera y, como símbolo de sus plegarias, sacaron su venerada estatua de Cristo, que se conservaba en el sótano de la iglesia desde 1949. Era la primera vez en décadas que la estatua desfilaba por el pueblo, lo que demostraba el profundo anhelo y esperanza de la comunidad por la tan necesaria lluvia.

El Abuelo

Según Olcina, las preocupaciones van más allá de Cataluña y Andalucía, ya que el resto de España también se enfrenta a peligros potenciales. Las regiones de Valencia, Murcia, Castilla-La Mancha y Extremadura viven una situación cada vez más preocupante en lo que respecta a sus reservas de agua. Las reservas de agua disponibles en estas zonas han caído por debajo del 40% de su capacidad total. Esta alarmante tendencia suscita gran preocupación por los problemas generales de escasez de agua a los que se enfrentan varias regiones españolas.

España se enfrenta actualmente a lo que el especialista en agroclimatología Serge Zaka denomina una “situación de megasequía”. El país ha soportado los graves efectos de una sequía durante el verano de 2022, seguida de un invierno excepcionalmente seco. Zaka destaca que el estado actual del suelo y de las reservas de agua se observa normalmente en agosto, lo que no tiene precedentes.

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El jardín trasero de Europa en peligro?

España se ha ganado el apodo de “jardín trasero de Europa” debido a sus importantes exportaciones de productos agrícolas. Por ello, no es de extrañar que los agricultores españoles sean de los primeros en sufrir las consecuencias de la escasez de agua. La dependencia del agua que tiene el sector agrícola lo hace especialmente vulnerable, lo que pone de manifiesto el profundo impacto que la escasez de agua tiene en la industria agrícola española.

Según COAG, un destacado sindicato agrario que coordina a las asociaciones agrícolas y ganaderas, un asombroso 60% de los cultivos de cereales de secano de España han sufrido una situación de “asfixia” causada por una importante falta de precipitaciones. Estos cultivos, como el trigo y la cebada, suelen sembrarse en otoño y cosecharse en primavera. Sin embargo, debido al insuficiente suministro de agua, su crecimiento se atrofió antes de alcanzar la madurez, lo que hizo imposible cosecharlos. Esta grave situación pone de manifiesto el devastador impacto de la escasez de agua en la producción de cereales de España.

También advirtió de que se espera que disminuya el cultivo de olivos, pistachos y almendros debido a los efectos adversos de las temperaturas más cálidas de lo habitual, a pesar de su resistencia a los climas secos. Aunque los agricultores tienen la opción de retrasar la plantación de ciertos cultivos como medida para mitigar el impacto de la sequía, esta estrategia conlleva riesgos e incertidumbres inherentes.

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Zaka explicó que, cuando se trata de frutas y verduras cultivadas en pequeñas explotaciones de secano, los agricultores intentan retrasar sus períodos de siembra con la esperanza de que mejoren las condiciones. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, aumenta el riesgo de perder toda la temporada de cultivo. Esta situación pone a los agricultores en una difícil tesitura, al tener que equilibrar el deseo de esperar a que mejoren las condiciones con la necesidad de garantizar una cosecha viable dentro de un plazo limitado.

Además, Zaka señaló que los extensos campos de cultivo de regadío del sur de España pueden no verse tan gravemente afectados por la escasez de agua, pero los agricultores que los gestionan seguirán enfrentándose a una reducción de los rendimientos y la rentabilidad debido a la limitada disponibilidad de agua y a las restricciones impuestas. En esencia, sólo los cultivos próximos a la costa y abastecidos con agua procedente de plantas desalinizadoras podrán soportar con éxito este prolongado periodo seco.

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En respuesta a la crisis del agua, el Gobierno español ha actuado presentando una serie de medidas destinadas a apoyar a los agricultores. Una de estas medidas consiste en una importante reducción del impuesto sobre la renta del 25% para aproximadamente 800.000 agricultores. Esta iniciativa pretende proporcionar alivio financiero y ayuda al sector agrícola en estos tiempos difíciles de escasez de agua.

Los límites del uso intensivo

Según los ecologistas, la crisis del agua en España no puede atribuirse únicamente al clima más cálido y seco, sino que también influyen las prácticas agrícolas empleadas en el país. Julio Barea, responsable de temas de agua de Greenpeace España, destaca que la actual sequía pone de manifiesto las limitaciones del modelo agrícola español, que asume erróneamente un suministro abundante de agua. En la actualidad, el sector agrario español consume la friolera del 80% de los recursos de agua dulce del país, lo que agrava aún más el problema de la escasez de agua.

Para hacer frente a su recurrente escasez de agua, España ha emprendido un amplio desarrollo de infraestructuras desde la década de 1950. El país ha construido numerosas presas y sistemas de desvío de agua, y cuenta con aproximadamente 1.200 presas y embalses artificiales, el mayor número de Europa. La mayoría de estas estructuras están situadas en la región sur de España y abastecen principalmente a zonas de agricultura intensiva, así como a explotaciones más pequeñas y actividades relacionadas con el turismo. Esta extensa red de presas y embalses representa el planteamiento español de gestión y suministro de recursos hídricos en todo el país.

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“La extensa infraestructura hídrica de España ha facilitado la extracción repetida y excesiva de nuestras reservas de agua para sostener un modelo agrícola basado en el regadío, lo que nos ha valido el apodo de ‘jardín trasero de Europa'”, explicó.

Sin embargo, el coste medioambiental de este planteamiento ha sido importante. Nuestras capas freáticas se han visto sometidas a estrés hídrico, y la sostenibilidad de este modelo está ahora en entredicho. Teniendo en cuenta las evidentes consecuencias del calentamiento global, unido al estado actual de las cosas, está claro que este paradigma agrícola ya no es viable a largo plazo.

Desertificación

Patricio García-Fayos, director del Centro de Investigación de la Desertificación de Valencia, expresó su preocupación por el impacto perjudicial del cambio climático y la extracción excesiva de aguas subterráneas, que en su opinión están acelerando el proceso de desertificación en España. Hizo hincapié en la necesidad crucial de combatir el cambio climático y, al mismo tiempo, mejorar las prácticas de gestión del agua. De no hacerlo, García-Fayos advirtió que una parte sustancial de España podría transformarse en un desierto en pocos años. La urgencia de abordar estas cuestiones es primordial para mitigar la creciente amenaza de desertificación a la que se enfrenta el país.

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Las Naciones Unidas han dado la voz de alarma sobre la creciente escasez de agua en España, indicando que casi el 75% del país está experimentando actualmente un proceso de desertificación. La desertificación supone un riesgo adicional de incendios forestales, ya que la vegetación seca se convierte en material altamente inflamable. El año pasado, España sufrió el mayor número de incendios forestales de Europa, superando los 500 siniestros, que provocaron la destrucción de más de 300.000 hectáreas, según datos del Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales. Este año, unas 40.000 hectáreas ya han sucumbido a las llamas, agravadas por la subida de las temperaturas, la aridez de los suelos y los vientos cálidos. La Agencia Estatal de Meteorología ha emitido un aviso de “riesgo extremo de incendio” para una parte importante del país, lo que subraya la gravedad de la situación.

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Nueva mentalidad sobre el agua

En medio de la crisis que atraviesa España, los expertos coinciden en que es urgente adaptarse a un clima cada vez más árido y revisar por completo el sistema de gestión del agua. Jorge Olcina, de la Universidad de Alicante, subrayó la necesidad de una adaptación inmediata a esta nueva realidad y una reevaluación exhaustiva de cómo se gestionan los recursos hídricos. Reconociendo la gravedad de la situación, los expertos subrayan la necesidad de adoptar medidas proactivas para hacer frente a los retos que plantea el cambio climático y garantizar un futuro sostenible del agua para España.

A la luz de las circunstancias actuales, la idea de construir más embalses de agua se ha vuelto insostenible, puesto que los recursos hídricos disponibles ya están gravemente agotados, según afirma el experto. En su lugar, el enfoque debería dirigirse hacia la exploración de enfoques alternativos como la reutilización de aguas residuales y la adopción de prácticas de uso del agua más conscientes. Julio Barea, de Greenpeace, se hizo eco de esta opinión, insistiendo en la necesidad de reducir las zonas de regadío y de no perpetuar la ilusión de una disponibilidad de agua que ya no existe. Es imperativo reconocer la realidad de la crisis del agua y tomar decisiones conscientes para garantizar una gestión sostenible del agua en el futuro.

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