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El cambio climático ya afecta a la agricultura española

Cada año, España pierde el 6% del valor de los productos agrícolas, más de 550 millones de euros. Este es el resultado del primer gran estudio informativo “La cuenta atrás ha comenzado. El impacto del cambio climático en la agricultura española”, realizado por una organización de agricultores.

Pablo Recco, de la organización de agricultores COAG, presentó los resultados más relevantes de sus muchos años de investigación bibliográfica sobre el impacto del calentamiento global en la agricultura en España. Aunque aparezcan diferencias regionales, ninguna zona es inmune al calentamiento global, por lo que era importante conocer en qué medida el sector agrario español podría verse afectado en diferentes escenarios. Por ello, el autor analizó cuatro sistemas agrícolas de gran importancia para España: el olivar, el viñedo, los cereales y la dehesa*.

Los tres cultivos elegidos para el estudio ocupan en conjunto más del 50% de la superficie cultivada, están repartidos por gran parte del país, tienen una gran importancia económica y están asociados a los principales productos de la gastronomía y la cultura españolas. También se incluyó la dehesa por su alto valor ecológico y su riqueza en recursos agroforestales, clave para la producción ganadera extensiva. Como parte del estudio, el objetivo era ver los costes potenciales de no realizar los esfuerzos necesarios para reducir las emisiones.

La agricultura y el cambio climático en España

El sector agroalimentario es uno de los motores de la economía española, representando el 5,8% del PIB nacional (11% incluyendo el comercio). Es uno de los cinco sectores con mayor volumen de exportaciones, con casi 60.000 millones de euros, lo que representa el 17% del total de las exportaciones con un superávit comercial de casi el 1% del PIB. Pero este sector depende de la producción agrícola, que se ve amenazada por el cambio climático, y el aumento de las temperaturas puede provocar una serie de consecuencias con graves consecuencias para el entorno agrícola y la economía en su conjunto.

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El cambio climático es una gran preocupación para la agricultura y la alimentación, ya que los efectos del aumento de las temperaturas pueden alterar el delicado equilibrio en el que se desarrollan muchos cultivos. Este riesgo es mayor en los países mediterráneos, una de las regiones más afectadas por el calentamiento global, y especialmente en España, donde el 75% de su superficie ya está en riesgo de desertificación

En la actualidad, la tasa de indemnización de los seguros agrícolas por fenómenos meteorológicos extremos puede suponer una pérdida de al menos el 6% del valor de la producción agrícola cada año. El cambio climático aumentará la intensidad y la frecuencia de estos fenómenos. Además, la reducción de la cubierta vegetal debida al aumento de las temperaturas y a la reducción de las precipitaciones, combinada con su concentración en forma de fuertes lluvias, puede aumentar la erosión del suelo y aumentar aún más el riesgo de desertificación.

Un calentamiento de 1,5 °C provocará una disminución significativa de los rendimientos y de la calidad de los productos en las zonas de cultivo actuales, pero especialmente en las zonas más cálidas y secas del sur de la península.

Si las temperaturas suben 2 °C, los daños podrían ser muy graves y, por ejemplo, amenazar las dehesas de roble piñonero en la parte más occidental de Andalucía o Extremadura. El rendimiento de los cereales, como el trigo, podría disminuir más de un 15% en algunas regiones. La superficie de viñedo de calidad podría caer un 20%. Y en el caso del olivo, sólo las variedades de picual pueden mantener los rendimientos de secano en las zonas de cultivo del interior. Sin embargo, con un calentamiento de 2,5°C, incluso el rendimiento de esta variedad se resentirá notablemente sin un suministro de agua. Además, las dehesas de roble podrían desaparecer en gran parte de la mitad sur del país.

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Las mayores pérdidas provendrían del aumento del estrés hídrico debido al incremento de la evapotranspiración, el aumento de las temperaturas y la disminución de las precipitaciones. Esta situación irá acompañada de una mayor recurrencia de las sequías, hasta 5-10 veces si superan los 1,5-2°C. Además, las precipitaciones serán más intensas, lo que provocará la erosión del suelo, y caerán predominantemente en periodos como el otoño, lo que hará que el agua sea menos apta para el uso agrícola.

Los daños pueden verse incrementados por una mayor incidencia de plagas y enfermedades. En el caso del trigo, un aumento de la temperatura de 2°C puede provocar pérdidas actuales de hasta el 60%.

Aunque existen medidas de adaptación que pueden mitigar parcialmente los impactos, su potencial de superación es limitado si no se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero.

Un ejemplo es el agua disponible en un país donde el 75% de la superficie terrestre está en riesgo de desertificación y el 25% de los acuíferos. Los recursos hídricos podrían disminuir un 11% tras un calentamiento de 2°C, lo que aumentaría la competencia y los conflictos por los escasos recursos.

Cambio climático y PIB

En el caso de España, donde sólo las grandes catástrofes naturales relacionadas con el clima han causado daños por valor de 25.000 millones de euros en los últimos 30 años (la mitad de los cuales se deben a la sequía), los daños podrían aumentar drásticamente si las emisiones continúan al ritmo actual. Este escenario llevaría a un aumento de 2°C en comparación con el periodo preindustrial en 2050, lo que podría suponer una reducción del PIB nacional de más del 7% en comparación con un escenario sin cambio climático.

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Incluso si las temperaturas no aumentaran más de 1,5°C, la pérdida sería del 2,5% del PIB.

  • La dehesa es una vasta zona de pastizales boscosos del tamaño de Bélgica. Este particular hábitat cubre la mayor parte del sur y el oeste de España, amplias zonas de Andalucía y Extremadura, y llega hasta Portugal. Es una zona de cría habitual del cerdo ibérico.

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